La
figura de nuestro majestuoso personaje César Borgia, va a desarrollarse en una
época concreta el Renacimiento, y en ella el desarrollo económico y cultural
hacía de Italia el centro real del mundo. Su más que incipiente humanismo, el
desarrollo de las artes con la recuperación de la tradición grecorromana, y el
notable desarrollo económico de sus ciudades estados hacía de la península
italiana un espacio bastante diferente al resto de Europa.
[Mapa de Europa al iniciar su pontificado Alejandro VI]
Sin
embargo, políticamente Italia difería mucho del resto de los estados europeos.
En estos se había tendido hacía el fortalecimiento de las monarquías
nacionales, basadas en una nueva organización más centralizada y un poder
absolutista. Claro ejemplo de estos procesos de centralización y absolutismo
eran las monarquías de Inglaterra, Francia y España.
En
cambio, Italia vivía una situación muy similar a la de Alemania. Económicamente
su estado era mejor, pero políticamente se encontraba más dividida. En Italia,
el territorio estaba fraccionado en múltiples territorios con distintas
soberanías, no había ningún poder que pudiera reclamar la soberanía sobre todo
el territorio. En el sur se extendía el Reino de Nápoles, donde reinaba la casa
Trastámara. En el centro se extendían los Estados de la Iglesia, donde el
soberano no era supuestamente el papa, ya que estaba dividido en diversos
señoríos y principados, en muchos de los cuales el poder del pontífice era
teórico (Siena, Bolonia o Urbino). Siena
por ejemplo gozaba de una independencia que ni el mismísimo César Borgia pudo
atacarla durante sus campañas. Al norte de estos se encontraban distintas
repúblicas comerciales: Florencia, Génova y Venecia eran las más importantes,
junto a ellas de menor entidad y de menor territorio, pero no por ello de menor
importancia político-comercial estaban Ferrara y Módena y Lucca y Mantua.
Florencia,
teóricamente una república era dirigida realmente por los Medici, que se habían
perpetuado en el poder desde época de Lorenzo el Magnífico a principios del
siglo XV.
Venecia
era una república oligárquica, y a lo largo de los siglos XIV y XV había
extendido sus dominios por la zona territorial, lo que devino en numerosos
conflictos con Milán. En cambio, Milán había visto reducido su poderío en
comparación con el Milán de apenas cien años atrás. Entre 1385-1402 el duque
Giangaleazzo Visconti había extendido su dominio sobre Génova, Pisa y Siena,
aspirando a recibir el título de rey de Italia en apenas pocos años el poder de
esta familia decayó hasta el punto de que en medio de numerosas guerras con
Nápoles, Venecia y Florencia fueron destronados por Francesco Sforza. Por lo
tanto, a finales del siglo XV gobernaba el ducado Ludovico Sforza.
Nápoles
por último era el único Estado soberano de la península con el título de reino.
Desde la muerte de Alfonso V de Aragón el trono había pasado a su hijo
ilegítimo Ferrante, quien todavía gobernaba el reino sureño. Pese a los largos
gobiernos de este y su padre, los reyes franceses aún reclamaban de vez en
cuando sus derechos sobre el trono napolitano. Para contrarrestarlas el monarca
Trastámara solía tener buenas relaciones con Fernando el Católico.
Aparte
de la península tenemos las islas: Córcega pertenecía a la República de Génova,
y Cerdeña y Sicilia pertenecían a Fernando el Católico.
[Italia a finales del siglo XV]
Bibliografía utilizada:
Gónzalez Villarroel, O., "Europa Occidental e Italia a finales del siglo XV", Los Borgia: Iglesia y poder entre los siglos XV y XVI, pp.114-119.
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